mayo 05, 2015

Dependencia

    Anda por los pueblos con una caja de madera como único equipaje. Ni bien llega se corre la voz. Cuando se reúne un público considerable en la plaza principal, abre la tapa y grita “¡He aquí la maravillosa mujer pájaro!”. Entonces ella sale y sobrevuela, etérea, un mar de ojos inundados de asombro en tres círculos perfectos. Algunos dicen que la han visto llorar. Luego baja y se hace un ovillo mientras espera que él termine de pasar el sombrero de fieltro y le arrebate el sol.
    Por la noche, antes de dormir en una habitación de mala muerte, ella amenaza en vano con abandonarlo. A él, sí, al extraordinario hombre unicornio,  porque sabe lo difícil que sería para los dos conseguir un trabajo decente.

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